viernes, 30 de abril de 2010

Juego participativo

Os invitamos a ir a este enlace (PINCHA) para participar en un juego de paradojas.

¿Creatividad e innovación? (una invitación a la participación reflexiva)


Con esta diapositiva, que formó parte de la presentación "Algunas notas sobre creatividad" del pasado 12 de marzo, queremos plantearos una cuestión:

¿Es la creatividad, y/o la innovación, un instrumento para alcanzar metas que nos proporcionen mayor seguridad y control sobre lo que nos rodea?

viernes, 12 de marzo de 2010

Concurso Cuento - arte+letras - CAAM

El CAAM convoca el concurso de tema libre “Construyendo un cuento”, concebido para fomentar y aunar las artes y las letras entre alumnos de Educación Secundaria y Bachillerato.

Entre los presentados se elegirá uno que será escenificado en una acción teatral, para posteriormente ser ilustrado por niños de Educación Primaria en el CAAM, con motivo del Día del Libro (23 de abril).

El plazo de recepción se cerrará el 15 de abril de 2010, los trabajos se entregarán a través del correo electrónico deac@caam.net o en la recepción del Centro Atlántico de Arte Moderno. C/ Los Balcones, 11. 35001 Las Palmas de Gran Canaria.

Ir a las bases

martes, 2 de marzo de 2010

Arte, educación creadora y educación para la creatividad

Este es un artículo escrito por Julio Romero (profesor de Didáctica de la Expresión Plástica de la Universidad Complutense de Madrid) para la publicación del Campus de Guía 2006, en el que tuvimos la suerte de que participara. Aunque les pueda parecer un poco largo, les recomiendo que se lo lean.


Arte, educación creadora y educación para la creatividad

Qué es creatividad

Parece que existe un cierto acuerdo en el campo de la creatividad en cuanto a cuáles son algunos de los elementos que la caracterizan. Las definiciones más aceptadas de creatividad -dentro de lo difícil que es acotar clara e inequívocamente ese término- contienen al menos dos componentes fundamentales: novedad y valor . La novedad equivaldría a la originalidad, a la diversidad, en último caso a la diferencia respecto a lo ya hecho, lo ya conocido, pensado, dicho, encontrado. El valor se referiría a la utilidad de ese producto diferente, a su funcionalidad, su mérito, su aporte a la hora de solucionar un problema o de abrir nuevas vías. Permítaseme que utilice el término diferencia para referirme a la primera parte de esa composición. Todo lo creativo es diferente; la diferencia, a mi entender, es lo que tienen en común esa originalidad, esa novedad o esa fluidez. Pero lo creativo requiere, para ser considerado como tal, de ambos factores: diferencia y utilidad. En ese sentido, todo lo creativo -insistimos- es diferente, pero no todo lo diferente es creativo ya que podemos echar en falta el otro componente de la creatividad, el valor añadido a esa diferencia, su oportunidad.


Creatividad y educación

Desde este punto de vista, es fácil apreciar cómo creatividad y educación son conceptos muy próximos: en ambos campos tratamos con la diferencia útil, con la mejora, el avance, el descubrimiento, la aparición de lo nuevo; en ambos casos se trata de ir de un estado actual a otro diferente que está por descubrir, alcanzar o construir y que supone una mejora o un avance respecto al lugar original del que se partía; en ambos se trata de recorrer el siempre enigmático camino que lleva de lo que se sabe a lo que aún no conocemos, del conocimiento establecido a lo que pueda construirse o inventarse más allá. En este sentido, no debe sorprender que la creatividad figure como uno de los objetivos que persigue la educación en sus planteamientos teóricos. Sin embargo, en la práctica, la educación formal actual no parece que deje demasiado lugar para esa diferencia de que venimos hablando. Como señala algún autor, precisamente “la creatividad se apoya [...] en la flexibilidad y la fluidez, que no son cualidades que la escuela se proponga desarrollar. ¿Por qué no se plantea a los alumnos un problema del tipo: ‘Hallar el mayor número posible de respuestas a la pregunta…’? Incluso la pregunta ‘¿Cuántas son 2 + 2?’ se puede prestar a este ejercicio” .

En este contexto, entre las diferentes áreas de conocimiento que configuran el curriculum escolar el arte aporta una característica esencial, muy particular y de gran valor potencial: la multiplicidad y la diferencia como elementos protagonistas, más aún si nos referimos al arte reciente. En el arte no existe la respuesta única, la solución correcta individual, la fórmula que proporciona el resultado verdadero. Siempre puede haber otra manera de mirar, de hacer, otra respuesta a la misma pregunta, otra manera de decir. El arte es el terreno de lo posible, un terreno que no está limitado completamente. El arte propone constantemente otras miradas posibles a una realidad siempre en construcción. Como señala el teórico de la educación artística Arthur D. Efland, “La función del arte a lo largo de la historia cultural de la humanidad ha sido y continúa siendo la construcción de la realidad. [...] Los artistas construyen representaciones del mundo real o bien de mundos imaginarios que incitan a los seres humanos a crear una realidad distinta para sí mismos” .

Si el arte permite asomarse con otras miradas a una realidad siempre en construcción, esas miradas, precisamente por su naturaleza diversa y no única, implican generalmente una visión distinta, potencialmente reflexiva y crítica sobre aspectos de la realidad. El arte no sólo nos proporciona respuestas sino preguntas, no sólo nos permite conocer el mundo sino considerar otros mundos posibles, de ahí su relación íntima con la creatividad.


Educación para la creatividad

A su vez, la integración de la creatividad con la educación puede adquirir diversas formas, no todas igualmente sugerentes ni extendidas. En ese sentido, si hablamos de una educación para la creatividad nos estaremos refiriendo a un modo de entender la presencia de la creatividad en la educación en el que la clave estaría en la finalidad que se persigue, en el para qué o el para quién. Dentro de esa educación para la creatividad, lo importante es fomentar el desarrollo de capacidades creativas, aprender estrategias, técnicas y recursos para desarrollar y poner en práctica el pensamiento creativo, y formar a individuos especialmente creadores, potencialmente creadores o que tienen especial trato con lo creativo por determinadas circunstancias, como pueden ser los artistas o futuros artistas. Así pues, una educación para la creatividad es la que tiene como finalidad formar a artistas o creadores, desarrollar la capacidad creadora o enseñar estrategias potencialmente creativas. La educación para la creatividad aporta, por tanto y en resumen, formación específica en creatividad o para creativos. Se trataría, por tanto, de un grado bastante medio o limitado en cuanto a la presencia de la creatividad en la educación: ésta no se vería transformada básicamente por esa relación con la creatividad, sino que simplemente se focalizaría en ese tipo de objetivos o destinatarios constituyendo un dominio específico del ámbito educativo.

El arte es un campo que se muestra especialmente significativo dentro de esa educación para la creatividad ya que, desde una perspectiva muy extendida, se ha venido considerando todo lo artístico como algo relacionado, de una u otra forma pero siempre de manera bastante directa, con lo creativo. Si arte y creatividad parece que tienen entre sí una apreciable familiaridad, tal como solemos pensarlos frecuentemente, en el campo de la educación incluso es muy común considerar como actividades creativas aquellas que se realizan en el ámbito de la educación artística, aunque ello no sea así en ocasiones más que de una manera muy superficial.

En no pocos momentos se ha identificado arte con creatividad, se han tomado uno y otro como si fueran, prácticamente, parcelas que se superponen sin demasiados resquicios. Artistas, procesos de trabajo y obras de arte se han venido considerando muy ligadas a lo creativo. El artista ha sido pensado bajo los parámetros que creemos que configuran al individuo creador: alguien que por alguna razón, sea aprendida o natural, bajo su dominio o ajena a su control, por naturaleza o por dedicación o por ambas cosas, es capaz de generar una diversidad de resultados expresivos y novedosos superiores a los de otros individuos o, al menos, significativos dentro de su campo. El proceso de trabajo del artista, ha sido visto como un proceso típicamente creativo: planteamiento del asunto, búsqueda intensiva, exploración de todos los caminos posibles, incluso aquellos que parecen un tanto irracionales a primera vista, desesperación en ocasiones, insistencia y hallazgo definitivo y sorprendente. Y la obra de arte no sería tal, solemos pensar, si no fuera original, nueva, distinta, incluso si no cuestionara o rompiera alguna que otra norma, por un lado, y si no respondiera a esa búsqueda intensa del creador o no viniera a encajar en el rompecabezas de su trabajo creativo ya desarrollado, por otro.

Si el artista y el creador tienen mucho en común, si el proceso artístico y el creativo coinciden en gran parte utilizando además recursos y estrategias muy parecidos y si el resultado de tal proceso tiene mucho también de logro creativo, entonces es evidente que una educación para la creatividad puede desarrollarse especialmente en el campo de la educación artística o puede aprovechar recursos del arte para mejor alcanzar sus fines; y entre esos recursos, el de la multiplicidad, la diferencia, la exploración de posibilidades se presenta como principal.


Arte tradicional, arte reciente y creatividad

Pero también es cierto que hay formas de entender lo artístico que parecen no ajustarse a lo dicho. El concepto de “obra maestra”, por ejemplo, alude a un modo de considerar el arte en el que sí hay una respuesta única posible: esa obra maestra, imposible de superar o imposible de modificar sin que sufra una merma en su cualidad de producto excelso. Esta concepción forma parte de un mito, o si se quiere, de un modelo cultural: el del artista como genio y el del arte como perfección. En ese modelo cultural, muy presente en según qué épocas de nuestra cultura y en según que ámbitos, la elaboración de productos artísticos tiene mucho que ver con el dominio técnico, con la habilidad personal, con un cierto don natural, con la imprevisible inspiración y, por tanto, está reservado a unos pocos o sólo puede manifestarse a través de escasísimos individuos especiales.

Ese modelo cultural está muy presente en las aulas, quizás de manera bastante poco explícita. Configura en parte las expectativas de alumnos y profesores, el tipo de actividades que se realizan, la forma de valorar el proceso y los resultados, el valor que se otorga a la educación artística. Bajo ese prisma de la perfección del arte, de la suma dificultad de la obra artística y del artista como excepcionalmente dotado y con una habilidad superior a la normal, todo lo que tenga que ver con lo artístico es recibido por muchos alumnos como algo ajeno a la vida cotidiana y lejano respecto a las propias posibilidades e intereses de la mayoría. Desde esa particular perspectiva, además, gran parte de las realizaciones recientes en arte no pueden dejar de ser vistas, en comparación con lo anterior, más que como errores, resultados defectuosos, pobres o sin demasiado valor y carecer por tanto de una buena parte de su posible interés para los alumnos.

Urge por tanto revisar constantemente este modelo y su presencia e implicaciones en el aula. Con esa intención, el primero de los componentes del concepto de creatividad, la diferencia, puede ser una clave que resulte de gran valor a la hora de plantear a los alumnos una forma de hacer y de aprender arte que se distancie claramente de ese modelo poco fructífero y más bien limitador. Multiplicidad y diferencia pueden ser no sólo uno de los componentes esenciales de la creatividad sino uno de los elementos característicos de la educación artística en la práctica.

Y precisamente, en contraste con el ideal de belleza y la perfección de la obra maestra tradicional, el arte reciente trabaja con la multiplicidad y la diferencia; frente a la figura del genio excepcional y supercapacitado, el arte reciente se vuelve democrático y se extiende; en lugar del carácter especial, noble, exclusivo de los materiales que utiliza el arte tradicional, ahora cualquier tipo de material es potencialmente útil, la proximidad y la cotidianidad son sus marcas actuales; lejos de ser un arte encerrado en los museos u otros lugares nobles y distantes, ahora el arte tiende a infiltrarse por todos los espacios; frente a un arte preocupado por el resultado, ahora es importante el proceso en muchas ocasiones y el resultado es algo a reconstruir constantemente; el ideal de belleza única ha sido sustituido por las versiones posibles y provisionales con capacidad comunicativa o de creación de sentido…

Paralelamente a estos cambios, hasta tiempos muy próximos el estudio de la creatividad venía considerando la creatividad artística desde varias claves principales: la primera y principal el artista, el gran creador, el individuo que encarnaba el modelo romántico de un ser distinto, genial y asombroso; a continuación, el proceso creador, enigmático, elusivo, paradójico, acorde con la naturaleza del personaje y reacio a ser encuadrado en los parámetros habituales de racionalidad, sistematización e inteligibilidad; y por último la obra de arte, el producto creativo por excelencia, condensación de la inspiración y transpiración del artista en su proceso de trabajo, reconocible por la calidad e intensidad de su impacto sobre la sensibilidad del espectador. La noción de creatividad artística venía cargada de un aura enigmática en torno al genio individual y a procesos no racionales. Los propios artistas han sido en ocasiones algunos de los interesados en hablar de musas e inspiración, en lugar de otras variables más "humanas" y democráticas, más repartidas y educables.

Pero la sociedad del cambio, de las nuevas tecnologías, de la comunicación, del conocimiento, de los cambios sociales, de la globalización, de la interdependencia, de la organización reticular ha experimentado notables transformaciones que también se han manifestado en el ámbito del arte y que han afectado, precisamente, a esos pilares tradicionales: se han generado otros tipos de artistas, de procesos creativos y de productos, menos individuales, menos tangibles y menos identificables, más difusos, inmateriales y distribuidos. El estudio de la creatividad artística sigue teniendo que ver con el conocimiento del sujeto creador, del proceso creativo, del producto y del receptor y del contexto, pero son estos mismos los que están sufriendo una profunda transformación, desdibujándose sus perfiles respectivos y posibilitando nuevas manifestaciones. Interacción, pluralidad, intersubjetividad, relativismo, multidimensionalidad, transdisciplinariedad, estructuración reticular... emergen como cualidades de lo que hoy día define a buena parte de las prácticas artísticas, poniendo en cuestión los anteriores modelos basados en el poder creador del genio y en la grandeza, unicidad y especialidad de la obra, para iniciar la andadura por un nuevo territorio creativo marcado, sobre todo, por la complejidad, la interrelación y la autodefinición recurrente.

Así, en el arte actual, nada ajeno a las transformaciones de amplio espectro que vivimos, encontramos un amplio espacio por el que la complejidad se instaura en la manera de pensar la creatividad artística, forzándonos a revisar nuestras tradicionales concepciones acerca del creador individual, del proceso creativo, de la creación, la distribución y la recepción del arte y de la propia entidad del espectador. Si algo caracteriza esos cambios es su amplitud, repercusión y multidimensionalidad: ampliación aparentemente sin límites de posibilidades de realización, modificación de los hábitos de consumo, redefinición de los protagonistas del proceso creador-receptor, de las tareas implicadas, de los medios, de los canales... El panorama es el de un paisaje caleidoscópico y en reformulación constante que requiere una aproximación, desde el campo de estudio de la creatividad, acorde con semejante diversificación y trascendencia de los cambios.

En esas condiciones, preguntarse por la capacidad creativa del artista o por las características de una personalidad creadora en el campo del arte, de manera aislada respecto al entramado sistémico en que se integran, se vuelve un asunto aún más difícil o inadecuado que hasta hace poco tiempo. Es necesario dar cabida cada vez más a modelos en los que el creador individual -y el mito del genio que viene acompañándole-, la obra de arte, el proceso de trabajo o la misma apreciación artística y el papel del espectador se alejen de sus concepciones ya conocidas o, al menos, combinen éstas con otras en continua aparición. La creatividad que se pone en marcha en el proceso artístico, ya no es una cualidad individual sino distribuida. Creador es el artista, el público, el canal de difusión, la crítica, el contexto. Del elitismo latente en la concepción anterior de artista creativo individual y especial hemos pasado -o estamos pasando- a la distribución horizontal y reticular de las cualidades creadoras extendiéndose por toda la trama de elementos implicados.

Esa construcción en marcha de nuevos modelos, nuevos modos de considerar lo artístico, va de la mano de nuevas miradas, también, sobre la creatividad. Las aproximaciones a ambos, al arte y a la creatividad, empiezan a ser, cada vez más, intentos de acercamiento desde la complejidad que viene caracterizando progresivamente a los dos campos, atendiendo a la intrincada red de relaciones e influencias que implican, a la provisionalidad y a una continua circularidad de lo que está "tejido en conjunto" .


Educación creadora

En otras palabras, la complejidad es marca del arte emergente y debe serlo de la aproximación al estudio de la creatividad artística. Cada vez resulta más simplificador intentar aproximarse a esa creatividad artística aislando alguno de los elementos protagonistas del resto del sistema en el que habitan: considerando los productos acabados, el público como algo externo a la obra, el artista como ajeno a los mecanismos de producción y difusión, las obras como inmunes a su contemplación y reconstrucción. Cada vez es también más necesario considerar la creatividad artística en relación con los ámbitos de la ciencia y de la técnica, y reconocer y estudiar las relaciones interdisciplinares y transdisciplinares que se dan en el arte como en todas las demás esferas de la sociedad actual. Ese ir y venir de influencias, contaminaciones, saltos y movimientos subterráneos configuran un ámbito artístico ciertamente complejo, que requiere ser abordado desde el estudio de la creatividad con una mirada multifacética en correspondencia.

Igualmente, en cuanto a la integración de la creatividad en la educación, la idea de una educación creadora va bastante más allá de aquella educación para la creatividad de que hablábamos anteriormente, en la que la finalidad formadora sobre creatividad era la clave fundamental. Lo que podemos denominar como educación creadora se muestra más compleja. Su carácter creativo o su relación con la creatividad tiene que ver no ya sólo con la finalidad sino con todos los elementos principales que configuran lo educativo: entre ellos las actividades, los diferentes roles de los implicados en el proceso, el propio proceso, los contenidos, el modo de entender el aprendizaje o, por supuesto, la finalidad.

Una educación creadora no busca formar para la creatividad, o no única ni principalmente, sino que es creadora en sí misma y, sobre todo, entiende el proceso de enseñanza-aprendizaje como un proceso de creación, un proceso marcado por la diferencia y no por la repetición o la reproducción: los protagonistas, educadores y aprendices, colaboran en el aprendizaje, construyen los contenidos que aprenden, elaboran sus propias metodologías, se enfrentan a problemas reales o, al menos, no separados de su propia realidad vital; una educación creadora se preocupa por los resultados pero también por la riqueza del proceso y por toda la potencialidad de aprendizaje que implica partir de la propia experiencia; no repite conocimientos sino que prepara para buscar aquello que se necesita, enseña a aprender; da la voz a los que aprenden y no sólo a los que enseñan; potencia las diferencias y la diversidad, busca la novedad y el cambio… En síntesis, la educación creadora no es un tipo especializado de educación para capacidades, tareas, funciones o personas creativas, sino un modo de entender y de llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje en el que la diferencia en lugar de la repetición, la novedad en lugar de lo ya conocido, la búsqueda en lugar de la acumulación, la acción, la participación, la colaboración entre los aprendices y educadores –todos ellos creadores al fin y al cabo- son las señas de identidad. A mi entender, esa educación creadora resulta ser mucho más compleja y posee mucha mayor trascendencia que lo que hemos llamado educación para la creatividad.


Educación creadora y arte: claves y orientaciones

Es el momento de señalar brevemente algunas de las claves que configurarían una educación creadora en el sentido en que aquí venimos tomando esa expresión: acción, participación, comunicación, integración, diversidad, sentido y, por supuesto, arte.

Una educación creadora ha de contemplar como eje fundamental de su modo de hacer, de sus objetivos, de los contenidos que trabaja, de sus protagonistas, de las capacidades que fomenta o pone en juego, la diversidad, la multiplicidad… en suma, la diferencia de que hablamos. Ello se concreta en la búsqueda y construcción constante de un espacio para lo múltiple y diverso en los modos de ver, de pensar, de actuar, de valorar, de relacionarse…

En la misma línea, tenemos que hablar de integración como otra de las claves, muy relacionada, además, con esa diversidad. Así, se trata de integrar elementos que suelen estar separados o atendidos de manera muy distinta y poco equilibrada; por ejemplo, se trata de tomar en cuenta lo intelectual pero también lo afectivo, emocional o lo corporal; de atender a lo lejano pero también a lo cercano; de establecer conexiones y puentes transdisciplinares entre esferas que solemos considerar como áreas separadas pero no tienen por qué estarlo; de considerar la globalidad de nuestro modo de conocer, experimentar, sentir, actuar.

Otra clave ineludible debe ser la generación de sentido. Una educación creadora no puede mantener situaciones en las que lo que se hace, lo que se enseña, lo que se pretende que sea aprendido y las estrategias para conseguirlo carecen de sentido para el aprendiz, como ocurre tantas veces en el ámbito educativo. Si el aprendizaje no es algo que se le puede introducir al aprendiz en su cabeza mediante técnicas más o menos sofisticadas, sino algo a construir por él mismo a partir de su compleja experiencia que los educadores tratarán de enriquecer y mediar, entonces ese aprendiz ha de poder entender el proceso en que está inmerso, otorgarle un sentido y darle un valor positivo para que tal proceso sea posible.

Tenemos que considerar también la acción como otro componente fundamental. Ello significa capacidad para actuar, para equivocarse, para aprender de los aciertos y de los errores, del propio recorrido a través del juego, la experimentación y la realización de proyectos, abandono de los papeles relegados a la pasividad…

Y, de la misma forma, hay que dar cabida a la participación, esto es, a la negociación de contenidos, objetivos, metodologías en lugar de su imposición más o menos disimulada o dada por supuesto como algo natural; a la crítica y a la implicación de todos los protagonistas en el proceso de enseñanza-aprendizaje, desde los aprendices –teniendo en cuenta que aprendices somos todos, en cuanto que todos aprendemos de la experiencia en la que participamos-, los educadores, el centro educativo y la comunidad que lo constituye o el entorno próximo.

Esa participación se ve reforzada, así como el sentido y la implicación, por la posibilidad de crear canales de comunicación entre los diferentes protagonistas y, sobre todo, entre la vida en el aula y la vida en el exterior, entre lo que acontece en el centro educativo y lo que pasa en el resto del mundo, entre lo que vive el aprendiz en el centro y lo que vive en el resto de su existencia cotidiana. La comunicación se configura, por tanto, como otro de los ejes de la educación creadora.

Y todos estos componentes de una educación creadora, y no ya sólo una educación para la creatividad, nos llevan a una última clave fundamental a mi entender: el arte. Porque dadas las características que venimos considerando en relación al arte -más aún si se trata de arte reciente- encontramos en ese ámbito el catalizador, el medio y el vehículo perfecto para generar y atender a esa diversidad, integración, acción, participación y construcción de sentido. El arte, especialmente el arte reciente, por su multiplicidad, sus componentes intelectuales tanto como afectivos, su carácter de experimentación e incluso juego, su referencia al mundo y la experiencia actual, personal y cultural, su relación de una forma u otra con todas las áreas educativas, su búsqueda de la novedad y la sorpresa, su capacidad comunicativa y expresiva, su presencia extendida en muchos ámbitos de la vida cotidiana, su facilidad de realización en muchos casos, su manejo de materiales cotidianos o cercanos… es el vehículo que permite transitar este recorrido y conectar cada una de las claves que configuran una educación verdaderamente creadora . O, al menos, es un vehículo especialmente privilegiado para ello, y como tal se ha querido presentar en este escrito.

Creatividad e innovación, ¡anímate a intervenir!

Después que la última sesión sobre Energía no pudiera celebrarse y a la espera de encontrar una fecha para ella, lo que si que podemos ya confirmar es que el próximo viernes día 12 de marzo, de 10:40 a 12:10 (con un pequeño descanso) tendremos la sesión sobre CREATIVIDAD E INNOVACIÓN, a cargo de Manena Juan y Fernando Maseda. Procuraremos que la charla sea breve y amena e intentaremos que sean uds. mismos los que más hablen.

Desde ahora mismo les invitamos a que mediante comentarios a esta entrada nos digan en una sola frase de que esperan que se hable en la sesión Creatividad e innovación.

jueves, 18 de febrero de 2010

2ª fase. Energías Renovables y Creativdad e Innovación

El próximo lunes 22, a la misma hora de siempre, reanudamos las actividades con una charla a cargo de Santiago Marín Fernández, director de Red Electrica de España en Canarias, sobre Energía Renovable, siempre que las inclemencias del tiempo en las islas no se lo impida.

Esta 2º fase se cerrará con una última charla breve sobre Creatividad e Innovación y un coloquio, para el que reclamaremos la participación de alumnado y profesorado, sobre las primeras conclusiones de la marcha del programa Educación Panorámica.